El pasado sábado volvió a Paralelo20 el periodista Pedro Grifol para contarnos una curiosa historia, que descubrió durante el viaje a Hungría del que acaba de regresar. Esta no es otra que la de los tres mitos del fútbol húngaro que descansan para siempre en la cripta de la Catedral de San Esteban.
Pero no nos centremos en la muerte… ¡Vamos a hablar de sus vidas y de sus extraordinarias carreras deportivas!
¿Sabías que el verdadero apellido de Puskás era Purczeld? El delantero húngaro nacido en 1927 se lo cambió por Puskás, que significa «escopetero». Y es que si algo distinguía al bueno de Ferenc era su potente disparo, con el que no paró de perforar las redes húngaras en las más de 10 temporadas que disputó en la liga de su país.
Tras dos años de parón debido a problemas políticos (en 1956 estalló la revolución Húngara y fue tachado de traidor a la patria) firmó por el Real Madrid. A pesar de contar ya con 31 años y algún kilo de más, «Cañoncito Pum» (sobrenombre que se ganó en Chamartín) siguió haciendo lo que mejor sabía, marcar goles. Durante su etapa de 8 años en el club blanco ganó la Liga en 5 ocasiones y la Copa de Europa en 3, completando un impresionante palmarés que incluye un oro olímpico (Helsinki 1952) y un subcampeonato del mundo con su selección (Suiza 1954).